sábado 27 de abril de 2024

MÚSICA

La búsqueda sónica de Juan Argentino, un guitarrista creando y experimentado en su ámbito natural

Nació en Bolívar, pero desde los nueve hasta los veinte años vivió en Capital Federal,

 La búsqueda sónica de Juan Argentino, un guitarrista creando y experimentado en su ámbito natural

La música siempre estuvo en la casa de Juan Ignacio Argentino Martínez. Folklore, música clásica y barroca, también los Beatles, era la música que escuchaba su madre; su padre en cambio, prefería la lectura.

A sus catorce años recibió ‘una revelación’, su primo Gonzalo le prestó dos discos: The Wall, de Pink Floyd, y The Lamb Lies Down on Broadway de Genesis. Luego llegarían a sus manos material de Led Zeppelin y King Crimson.

Juan nació en Bolívar, pero desde los nueve hasta los veinte años vivió en Capital Federal, y allí, un compañero de la secundaria, Alejandro Kauffman, le presentó el rock nacional de los 70: Sui Generis, Almendra, Vox Dei y Manal, y también Aquelarre, Color Humano, Pescado Rabioso, Invisible, La Pesada del Rock and Roll. 

“Alejandro me influyó mucho, es un tipo con un amplio rango de posibilidades en la música - nos cuenta Juan -, además de ser un humano hermoso, me escuchaba cantar y me incitaba a que siguiera. Me decía que tenía que tocar un instrumento, lo que sea, pero yo tenía mis dudas, no fue tan natural la cosa, en realidad lo mío fue escuchar muchísima música primero, antes de empezar a aprender algún instrumento”.

A sus veinte años Juan se había convertido en un melómano, cuando se fue a vivir al campo, a 45 kilómetros de Bolívar, comenzó a tocar instrumentos llevado por la curiosidad, después llegó la etapa de estudiarlos con detenimiento: instrumentos de viento del altiplano, un armonio, y un charango eléctrico, que Juan no sabía que existía y al que le agregó experimentaciones con pedales de efectos. 

“Básicamente no estudié con nadie - dice -. En la adolescencia junto con mi amigo Alejandro estuve seis meses en un Conservatorio de piano. Recuerdo un montón de cuestiones de armonía y acordes, pero tocar el charango, los instrumentos de viento, la guitarra, lo aprendí solo, recién hace unos cuatro años me puse a estudiar con libros que inocentemente compré: son de un acercamiento jazzero a la guitarra, hasta ahora llevo tres libros estudiados”.

En su casa armó un estudio, allí toca, experimenta y ensaya solo, rodeado de un arsenal de pedales y amplificadores. Se ha juntado con su primo, Lucas Pérez, que toca la batería; también con Salvador Agustoni (Los Salvadores e Interior Profundo), durante siete años crearon música propia y experimentaron con grandes discos de jazz. “Hicimos todo tipo de música - relata Juan -, como zapadas sobre una sola nota, también algo parecido, pero ya con standars de jazz eléctrico, de la época del Miles Davis de Bitches Brew e In a Silent Way, y de A Love Supreme, de John Coltrane. Después nos pusimos hacer temas nuestros, no eran canciones de tres minutos, pero tampoco eran canciones de cuatro horas. Eran temas con el bajo y la voz de Salvador, una caja de ritmo programada y en un principio yo tocaba todo tipo de instrumentos y después quedó sólo el charango eléctrico, un sintetizador microkorg y la guitarra eléctrica”. 

Luego de la etapa de tocar con Salvador, Juan continuó solo y se enfocó exclusivamente a la guitarra. Se contactó con Franco Exertier, músico y productor, responsable de Estudio Hogar, que decidió grabarlo en su entorno, el campo.

Juan, que se presenta artísticamente como Juan Argentino, es autor de un ramillete de canciones y músicas muy personales, donde conviven el folk, el krautrock y el sonido stoner. Ahí está sus baladas bellas y bucólicas (‘Hechizo’, ‘Presencia’ y ‘Canción de esperanza’); hay lugar para un tango deforme (‘Tango trunco’), baladas que luego mutan en exquisitas codas instrumentales (‘Codoish’ y ‘Pared’), vuelos psicodélicos y stoners (‘Fotofobia’ y ‘Formas’); y la frutillita del postre, que es ‘Palenque’, un tema de poco más de trece minutos que retrata la esencia de Juan Argentino: imprevisibilidad y belleza. 

“En cuanto a la música en sí me gusta la cuestión instrumental - nos cuenta Juan, entusiasmado -. Disfruto mucho cantar, pero me gusta lo instrumental, generalmente toco con un looper, que es un pedal que te permite justamente loopear fases de sonido, grabar solos arriba, y tener un acompañamiento hecho por vos mismo. A mí no me interesa tanto la estructura de canción tradicional, no me quedo solo con eso, ¿por qué no puede haber una canción que tenga tres estrofas y no tenga estribillo, que tenga dos estrofas o que tenga una estrofa o que sea una canción tradicional? Soy bastante ecléctico, la letra me sale con mucha facilidad, en pocas canciones me vienen todo junto, generalmente tengo la música primero y luego la letra. También algunos pedacitos de letra le he robado a Isabel, mi hija más chica, que es un ser muy dulce y dice frases sin darse cuenta, y las he incluido en las canciones como pinceladas”. 

Luego de grabar con estudio Hogar Juan compró una porta estudio y continúa tocando y grabando de manera febril: tiene una docena de canciones nuevas, está realizando una versión de ‘Tomorrow Never Knows’, el mítico tema de Lennon publicado en Revolver (1966), de Los Beatles, tiene proyectos para tocar (se ha presentado en Lo de Fede y en Monte Adentro), seguir estudiando guitarra, lograr tocar teclados fluidamente, y fantasea (o no), con aprender a tocar el sitar, instrumento tradicional de India. 

En cuanto a las fuentes de sus temas Juan nos explica: “Con las letras es cuestión de sentarme con una birome y salen, hay muchas metáforas de cosas que he leído. No todo lo que escribo es literario o metafórico, también hay muchas letras que tienen que ver con Mariana, mi mujer.

La música viene de varios lados: de estar recorriendo las vacas y se me viene algo en la cabeza, o practicando en el estudio y hago alguna alteración que me gustó. Hay algunas partes que las reconozco, y hay otras que no sé de dónde salieron, pero no importa, todo es apreciado y todo se mezcla en una especie de ensalada. 

Soy bastante nebuloso, la búsqueda de sonido es algo exhaustivo para mí, digo en cuanto a la guitarra. En una época tocaba con veinticinco millones de pedales, en otra época no tocaba con ningún pedal y ahora es un tiempo que estoy definiendo un sonido y lo defiendo a rajatabla, un sonido que viene de Hendrix: guitarra enchufado en fuzz, un wah-wah, un pedal de chorus, un flanger y el looper”.

(Fuzz: Pedal que genera una distorsión muy leve. Wah-Wah: Pedal que nació en la década del 60 y lo popularizó el guitarrista Jimi Hendrix. Pedal de chorus: Pedal que emite una señal de retraso o delay. Flanger: Es un efecto de modulación que produce un sonido similar al de un jet o una nave espacial. Looper: Dispositivo que graba tramos de melodías y ritmos cortos que se reproducen en forma de bucle de sonido, y permite cantar y tocar instrumentos sobre esa base musical).

Juan sita a Sergio Ch, de Los Natas, y asevera: “la música stoner no tiene sólo que ver con el sonido de los amplificadores valvulares de alto voltaje, sino también con la libertad, con la cuestión de hacer una canción con una estrofa, con medio estribillo, con tres palabras, o sin palabras, lo que sea. Es un rango también de la psicodelia en su ancho espectro”.  

El entorno en que vive Juan no le permite ensayar dos o tres veces por semana con otros músicos, hace veinte años que vive en el campo, obvio que le gustaría interactuar más en vivo con otres artistas, pero por ahora no es factible, y no se queja. “No la pasó mal tampoco, soy feliz con lo que hago”, exclama.

La música de Juan Argentino nace de su entorno, de su adaptación a su medio ambiente, de la naturaleza que le rodea. “Es un lugar que amo, todos los días aprendo algo, observando los animales, el cielo y todo lo que me rodea”, dice Juan Argentino y se va en busca de esos sonidos que anda persiguiendo constantemente. 

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