domingo 12 de mayo de 2024

SIN FRONTERAS

El rescate de “De Garufa”, un disco de tango grabado por un trío integrado por dos bolivarenses

Grupo musical integrado por Fefe Botti, Leo Curutchet e Iván Periz.

El rescate de “De Garufa”, un disco de tango grabado por un trío integrado por dos bolivarenses

Hoy presentamos un disco de tango que se grabó en Buenos Aires en el 2002. El álbum contiene doce clásicos de la literatura tanguística (‘Volver’, ‘El último café’, ‘Tinta roja’, ‘Cafetín de Buenos Aires’, ‘Desencuentro’, ‘Garúa’, ‘Barrio de tango’, ‘Melodía de arrabal’, entre otros).

El trío de intérpretes veinteañeros se llamaba De Garufa, igual que el disco, y estaba conformado por los bolivarenses Fefe Botti y Leo Curutchet e Iván Periz. Botti, actualmente con Abrazo Animal, y Curutchet con La Destilada Evolution, tienen en su haber horas y horas de recitales en diferentes formaciones, y en cuanto a los discos que participaron, Leo tiene lo suyo, y Fefe rankea en los primeros puestos del Guiness en participaciones discográficas.

“De Garufa” estuvo perdido mucho tiempo hasta que finalmente Leo recuperó un ejemplar. El disco fue grabado en el estudio El Pozo Ciego, la fotografía de la portada es de Eugenia Pato, participó como invitado el guitarrista Javier Wagner en ‘Tortazos’, y el trío se encargó de los arreglos y la producción.

 

 

Fefe e Iván estudiaban guitarra en el Conservatorio Nacional, allí interpretaban música académica, folklore y tango. Fefe estudió mucho tiempo con el guitarrista Hugo Romero, que fue quién le inculcó el amor por el tango. Fue en el año 2001 cuando Fefe le preguntó a Leo, que estaba en una banda de heavy metal, cómo se llevaba con el tango, y el sí del cantante rubricó el nacimiento de De Garufa. De todas maneras, Leo ya tenía vínculos con el tango a través de su padre, a los cuatro años ya cantaba ‘Ventanita de arrabal’.

“Estuvo increíble, tocamos un montonazo, hicimos un millón de laburos" -dice Fefe-. Un día fuimos al estudio ‘Un pozo ciego’, que es justamente un sótano, ahí en Quilmes, y en dos fines de semana grabamos el disco y lo editamos en CD. Hicimos copias y fotocopias color con una única portada impresa en ambos lados. Fue una etapa muy linda, muy hermosa, nos curtió un montón”.

 

 

Para Fefe y Leo la experiencia con De Garufa fue invaluable. Para prepararse, los guitarristas estudiaron el repertorio concienzudamente, y a través de los libros Leo ingresó al lunfardo. “Muchos cantantes nos decían que teníamos que ver la poesía en imágenes para interpretarlo mejor - cuenta -. Teníamos un repertorio de casi treinta tangos, todos arreglados para mi tonalidad, estaba muy cómodo, no como en el rock que los guitarristas me tiran para arriba, bromea. Podía cantar tres horas porque no había distorsión ni volumen”. De Garufa ingresó al circuito tanguero tocando en las peñas y milongas, uno de los lugares predilectos era el 12 de Octubre (Bar de Roberto), y se codearon con agrupaciones nuevas como El Arranque y 34 Puñaladas (ahora Bombay Bs As).

También participaron en un concurso de cantores de Radio Belgrano en la Sociedad de Fomento de Villa Crespo. “Estaba sentado en una mesa con un experimentado cantor, que me dijo: ‘si querés conquistar chicas el tango está bueno, pero el que no falla es el bolero de Chico Novarro, ‘Cuenta conmigo’”, recuerda Leo.

 

 

Aparte de presentarse en varios sitios los De Garufa aprovechaban para ver espectáculos y mezclarse en ese maravilloso universo tanguero. ¿Dos gustazos que se dieron? Presenciaron un recital de Horacio Salgán (piano) y Ubaldo de Lío (guitarra). “Los escuchamos haciendo ‘Taquito militar’ con una velocidad pasmosa - recuerda Leo -.

Terminado el recital fuimos a saludar a Lío, y Fefe le comentó que no le encontraban la vuelta a la interpretación de ‘Taquito militar’, y don Ubaldo le dijo: ‘Mirá pibe, pensalo como un reggae’. Cuando nos fuimos lo primero que hizo Fefe fue probar el tema, ¡y tenía razón!”. También vieron a Rubén Juárez cantando con su bandoneón blanco. “Me sentí muy identificado con él porque en su última etapa cantaba como un rockero, elevaba los estribillos una octava como hace Bon Jovi, y después se quedaba solo con el bandoneón y te hacía llorar”, relata Leo.

 

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El mismo año que grabaron el disco Leo se fue a trabajar a Francia, y le regaló un ejemplar a la dueña del restaurant que era argentina. En una fiesta le pidieron que cantara arriba del disco. “Con el primer tema, ‘Vieja viola’, fue fácil, pero en el segundo, ‘Desencuentro’, cuando tuve que cantar la frase: ‘querés cruzar el mar y no podés’, se me hizo un nudo en la garganta y no pude seguir cantando, extrañaba mucho”, comenta Leo.

Por su parte, Fefe en 2004 terminó el ciclo medio de guitarra en el Conservatorio y empezó la carrera de contrabajo. “Me alegro que haya aparecido el disco, no recuerdo cuándo fue la última vez que lo escuché. Sí, me acuerdo que estaba buenísimo, capaz que lo escucho ahora y me quiero matar o me largo a llorar de emoción y de vergüenza”, bromea Fefe, y agrega: “Tengo los mejores recuerdos, la mejor onda de tocar con mis amigos y con Leo, y el placer de hacer música en comunión”.

Cuando Leo Curutchet regresó de Francia y se radicó en Buenos Aires se abocó exclusivamente a la gastronomía, y se produjo un impasse de ocho años sin hacer música. “Las dos profesiones no van de la mano, los horarios son complicados, no tenías tiempo para ensayar y a mí me gusta ensayar. Con mis horas de cocina y las horas de profesor de Gastronomía se me hacía imposible”, reconoce. Fue Jorge Godoy quién lo convocó para hacer música, tocaron juntos en La Plata y Buenos Aires, y luego, cuando volvió a Bolívar, ingresó a La Destilada Evolution a instancias de Eduardo Real, pero esa ya es otra historia.

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