jueves 9 de mayo de 2024

HISTORIAS DE VIDA

Una mujer busca ayuda frente a una situación desesperante: "Ya no tengo fuerzas"

Víctima de violencia de género cuando en Bolívar todavía no había un hogar especializado que la proteja, fue enviada a una escuela rural abandonada y actualmente busca regresar a la ciudad.

Una mujer busca ayuda frente a una situación desesperante: "Ya no tengo fuerzas"
Luisa Páez.
Luisa Páez.
viernes 12 de enero de 2024

A sus 60 años, Luisa Esther Páez se siente cansada y débil. Lleva una vida dura que desde hace más de dos décadas gira alrededor de un círculo de exclusión social. Obligada a escapar de una situación de sometimiento y violencia de género, fue enviada "al medio del campo" y ahora busca regresar a vivir a la ciudad. "Esta situación no da para más", asegura.

Dentro de poco se cumplirán 17 años desde que dejó la ciudad y se fue a vivir a una escuela rural abandonada, la N° 33, contó en diálogo con PRESENTE. Nunca tuvo luz, se alumbra con velas y un grupo electrógeno que en el último tiempo, aumento de nafta mediante, quedó cuasi obsoleto.

Para consumir agua, Luisa y su familia tienen que caminar quinientos metros, con un carro a cuestas, hasta llegar a un molino y cargar todos los envases disponibles.

 

 

"Yo ya estoy un poquito cansada. Necesito una casa, que me ayude el municipio porque ya no podemos más. Tenemos muchos problemas, estamos sin movilidad para venir a la ciudad a hacer las compras y con esto que está pasando ahora la plata ya no alcanza para nada", relató la mujer a este medio.

Su necesidad de volver a vivir en la ciudad, de la que se fue luego de años de sufrir violencias de todo tipo, se asienta en varios factores: uno, su nieto con síndrome de Down que necesita acudir a la Escuela Especial 501 y su mamá no tiene dónde parar; y dos, la búsqueda de trabajo.

 

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"Vivimos como se puede. No tenemos trabajo y vivimos con lo que tenemos, algunos animales y eso. El municipio me lleva mercadería y me daba el garrafón pero ahora con esto no sé si me lo seguirán llevando", señaló Luisa. Además, explicó que sin este último elemento no puede garantizar el funcionamiento de su heladera y se echa a perder la carne de carpincho o de mulita que su hijo caza para alimentar a toda la familia.

"Lo que más necesitamos es una casita en la ciudad o cerca de la ciudad, no a 27 kilómetros como ahora que ya no podemos venir porque se rompe un vehículo y sale caro arreglarlo, lo mismo con la nafta. No quiero que me regalen nada pero sí que me den la posibilidad de pagarla", agregó.

 

"Ya no tengo fuerzas"

 

Consultada por su estado de salud, la mujer expresó que "al menos puedo caminar" pero reconoció que estaba "bastante cansada" y que se siente "un poco débil". Pese a ello, aseguró que seguirá adelante "para sacar a mi familia y mis nietos adelante".

 

El rosto de una mujer que carga con años de mucho sufrimiento.

 

Según recordó Luisa, su llegada al edificio de la escuela 33 se dio durante la gestión interina de José Gabriel Erreca (aunque si pronto se cumplen 17 años, debería haber sido durante el gobierno de Juan Carlos Simón). Independientemente del jefe comunal de ese momento, lo cierto es que Bolívar no contaba aún con un hogar de protección para mujeres víctimas de violencia de género y enviar a la mujer lejos fue la decisión que se terminó tomando.

Por último, lamentó que "en 16 años [los vecinos de la zona] nunca le dieron trabajo a mi hijo, que sabe hacer muchas cosas en el campo". "Los vecinos nunca nada, no te ayudan ni si te ven caminando", concluyó. 

 

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