Quien no se alegre porque Bolívar comenzará a recibir por lo menos 45 megas más de potencia energética a través de la Línea 132Kv, pues bien, como dijo Rodolfo Walsh, tendrá un lugar en la antología del llanto y no en la historia viva de su tierra. Ahora bien, la expectativa generada en la población por los responsables de la gestión es un tema a atender para, sobre todo, no repetir. Las dudas sobre la épica que pueda tener un anuncio que tardó años en llegar y un proceso con falencias comunicacionales.

No hay bolivarense que no sepa de qué se habla cuando se hace mención a "la 132", técnicamente conocida como línea de 132Kv que es, junto con la nueva estación transformadora (reemplazante de la vieja, propiedad de la empresa EDEN S.A.), la obra que ampliará la capacidad energética de Bolívar. Para el vecino común, de acuerdo a lo que aseguran los técnicos, significará un verano con pleno servicio. Para el comerciante, implicará dejar de usar ese grupo electrógeno en el que decidió invertir después de tantos diciembres, eneros, febreros y marzos agónicos. Para aquel que no tiene trabajo o que busca tener uno mejor y más calificado, posiblemente signifique lograr esa oportunidad si se radican empresas.

La obra se inició el 14 de mayo de 2015, aunque comenzó a gestionarse años antes y ya se hablaba de su necesidad desde la primera década del nuevo siglo. Es decir, que pasaron ocho años y cuatro meses hasta su finalización y puesta en funcionamiento. En el medio la sociedad no ha hecho otra cosa que esperar, la mayor parte del tiempo pacientemente, a que se levante la primera palanca.

El manejo de las expectativas con respecto a la 132 no ha sido justamente una virtud de la gestión que comenzó Eduardo 'Bali' Bucca y terminó Marcos Pisano. Es cierto que la obra se interrumpió en 2017 y fue auditada. Su resultado se desconoce, sólo hay testimonios. Por lo pronto, desde el oficialismo remarcan que no hubo irregularidades y afirman que eso dio pie a que a fines de 2019 se firme una addenda con la Secretaría de Energía de la Nación para que Bolívar vuelva a recibir fondos y se culmine.

A juzgar por el "comentario de la calle", si se hiciera un sondeo sobre los motivos del retraso de la obra, difícilmente la respuesta mayoritaria le asigne responsabilidad al ingeniero Macri y su decisión de recortar fondos, a pesar de que fue bajo su gobierno que se "freezó" la 132. En esos años los gestores optaron por la vía ultrapositivista que recomienda el manual de un asesor contratado en más de una oportunidad por el municipio: "Nunca dejamos de tocar puertas", "seguimos gestionando" fueron los latiguillos durante la era cambiemita. El inconveniente surgió cuando comenzaron a querer instalar los por qué del retraso: para ese entonces, el "ah, pero Macri" ya no surtiría el efecto esperado.

Mientras tanto, la oposición local ponía en tela de juicio el proceso administrativo. En enero de 2024 se van a cumplir tres años de aquellas declaraciones del entonces concejal, Nicolás Morán, quien denunciaba públicamente supuestas irregularidades. “Vamos a tomar acciones judiciales para poder desasnar a los vecinos de Bolívar de cuál es la situación real de esta obra, porque incluso estamos poniendo en riesgo nuevamente los recursos”, decía. Al día de hoy, no se sabe si radicó una demanda formal o si fue sólo una expresión para la tribuna. Paréntesis: ¿asistirá esa oposición a la puesta en funcionamiento del nuevo sistema eléctrico?

Pero probablemente lo que más daño trajo al prestigio de la obra, y que amenaza la épica que debería tener su puesta en funcionamiento, fue la comunicación. De nuevo: a juzgar por el "comentario de la calle", la 132 arrastra una historia de inauguraciones que se plasma en fotos de campaña política, discursos y expectativas de un Bolívar de futuro que, por una cuestión lógica, hoy todavía pocos llegan a visualizar. En todo caso, será el tiempo y la audacia de quienes gobiernen lo que otorgará realidad a esos supuestos.

No se le puede pedir más a la gente.

El día que se dejó de publicitar la 132 fue aquel en que no hubo luz por doce horas en pleno verano y una multitud irrumpió en la Cooperativa Eléctrica, luego se trasladó al municipio, reclamó por el fin de la obra y, al día siguiente, cortó la ruta a la altura de la estación transformadora. Fue un punto de inflexión: ya no quedó margen para los pases de factura ni para las estrategias comunicacionales que, en más de una oportunidad, rozaban la tomada de pelo.

Enhorabuena, el lunes se cierra una etapa -a la que el municipio, bajo gestión Pisano, le aportó alrededor de 130 millones de pesos- e inicia otra que ojalá se parezca a la que pregonan los dirigentes locales: más industria, más trabajo, mejor servicio. En fin, más progreso.