El discurso de la bolivarense Gladys González en el Senado: “La clandestinidad no salva ninguna vida”

En un eufórico discurso, donde repasó parte de su historia personal y lanzó críticas hacia el clero católico, la bolivarense Gladys Esther González intervino desde su banca en el Senado de la Nación en el marco del debate por la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).

Sobre el inicio del discurso, González contó que durante su educación primaria y secundaria asistió a un colegio religioso, fue bautizada y tomó la comunión, la confirmación y asistió a espacios del Opus Dei una vez llegada a Buenos Aires a desarrollar sus estudios.

“Crecí con el precepto de que debía llegar virgen al matrimonio y que el sexo era fundamentalmente para procrear. No recibí educación sexual en la escuela, pero tuve una familia que me acompañó en todas las etapas de mi desarrollo”, describió la senadora de Juntos por el Cambio.

El pasado 8 de agosto de 2018 apoyó el proyecto de ley para legalizar el aborto, por lo que se esperaba que este año acompañe nuevamente la iniciativa. “Hoy podría repetir todas y cada una de las palabras que dije en aquella ocasión porque nada ha cambiado: las mujeres pobres mueren por abortos clandestinos”, consignó.

Al respecto, reveló que al votar en favor del aborto legal sus pares de la Iglesia le dijeron “que Dios me iba a castigar y me iba a enviar al infierno”, y que dos días después perdió un embarazo. 

“Por un instante creí que Dios me había castigado, pero entendí que mi pérdida no solo se debía a que tenía 45 años y mis óvulos eran débiles para volver a concebir sino que el Dios en el que creo no castiga. Por el contrario, es amor, compasión y esperanza”, sostuvo la senadora oriunda de Bolívar.

En la misma línea, se preguntó: “¿Realmente creen que es cristiano condenar a las mujeres que deciden interrumpir un embarazo?” e interpeló a la Iglesia esgrimiendo que es “hora de mirarnos hacia adentro y preguntarnos qué estamos haciendo mal que el mundo se aleja cada vez más de nuestra fe”.

Por último, manifestó: “El aborto clandestino es un negocio al que apenas le interesa salvar una vida. Yo me quiero hacer cargo, no voy a mirar para otro lado. La clandestinidad mata, no salva ninguna vida y está comprobado, como también está comprobado que esta ley no obliga a nadie a abortar”.

Y pidió: “Que la vida no sea un privilegio de las que pueden pagar y la muerte la condena por ser pobres, porque de eso se trata, de desigualdad e hipocresía”.